Como os dije, os dejo aquí algunos ejercicios. No os asustéis, ya sabéis que me gusta poner ejercicios de sobra. Estaría bien que practicarais algo de sintaxis, que escribierais un texto o dos del ejercicio dos, y que realizarais un comentario de texto argumentativo y otro literario. Pero, en fin, haced lo que os dé tiempo, pero, por favor, hacerlo bien, poniendo los cinco sentidos, sin faltas de ortografía ni expresión, leyendo después lo que habéis escrito y corrigiendo lo que consideréis necesario. Recordad que algunos de vosotros tenéis graves problemas de ortografía o de expresión que solo se solucionarán practicando.
Aquí van los ejercicios:
EJERCICIOS DE REPASO DE 4º ESO
(SEGUNDA EVALUACIÓN)
1.
Realiza el análisis sintáctico de oraciones del libro de texto (hasta la unidad
8, esta incluida), o bien de las oraciones dictadas en clase. Como todas ellas
están corregidas en tu cuaderno (o deben estarlo) es una buena forma de
practicar y comprobar aciertos y errores.
2.
Compón textos argumentativos que contengan todas la partes del mismo y tipos
variados de argumentos. Propuesta de temas sobre los que vosotros os tenéis que
mostrar a favor o en contra:
a)
La
piratería (libros, cds, cine,…)
b)
Aprendizaje
de idiomas.
c)
El
acceso a la cultura para todo el mundo.
d)
La
importancia de viajar.
3.
Realiza un comentario del siguiente texto argumentativo:
CONTRA LA ESTUPIDEZ
Todos
los días tomamos decisiones sobre temas muy diversos, de mayor o menor
importancia: dónde invertir nuestro dinero, qué preparar para la cena, a qué
Universidad mandar a nuestros hijos, con qué medio de transporte trasladarnos
de un sitio a otro, y muchos más. A veces acertamos y a veces nos equivocamos y
escogemos mal. Preparamos una cena demasiado compleja, comemos demasiado y nos
sienta mal, usamos el coche cuando podríamos ir andando, pagamos más por un
producto que podríamos comprar en otro sitio por menos dinero, escogemos el
banco equivocado o acertado para pagar nuestra hipoteca… ¿Por qué nos
equivocamos? Porque somos seres humanos y no somos calculadoras con funciones
altamente racionales. Además, estamos condicionados e influenciados por
demasiada información, por demasiada estupidez que se cuela a través de los
medios de comunicación, nos bombardea y nos hace sentir imbéciles si no las
condividimos. A veces la avalancha de información es tanta que hasta se nos
olvida pensar. También la complejidad de la vida diaria, la inercia y los
límites de la fuerza de voluntad impiden escoger bien. Sin embargo, a veces,
nuestra pareja, un amigo, u otra circunstancia nos empujan en la dirección
contraria y correcta y nos ayudan a elegir bien, nos salvan de la idiotez. Creo
que a menudo, lo que realmente nos falta es silencio para pensar. La nueva
Universidad de Berlín tenía un lema: “Soledad y Libertad”. La esencia de la
libertad es pensar lo que se dice, no decir lo que se piensa. El silencio
interior nos permite el diálogo con nosotros mismos, allí podemos interrogarnos
sobre todas las cuestiones y preguntarnos, por ejemplo, qué cosas haríamos de
modo diferente si no tuviéramos miedo a cometer errores o quedarnos aislados
por tomar una decisión distinta a la mayoría. Merece la pena pensar, escoger y
actuar contracorriente para ser libres.
Es
más fácil dejarse llevar en ciertas ocasiones y escoger y decidir algo solo
porque casi todos lo piensan y lo hacen así. Nos dejamos llevar por la
corriente aunque no estemos convencidos. ¡Qué peligro! Decía Jean de la Fontaine
que todos los cerebros del mundo son impotentes contra cualquier estupidez que
esté de moda.
Ya se sabe que en los tiempos que corren la estupidez abunda más que el aire. Nadie está libre de decir estupideces. Lo malo es decirlas con énfasis, con convicción, como hacen algunos. Y hoy es algo tan común que hasta mi indignación ante estupideces clamorosas de nuestros políticos y gobernantes me empieza a parecer un signo sospechoso, tal vez otra manifestación más de la idiotez humana.
Qué Dios nos libre. Aunque Goethe sostuviera que, contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano.
Ya se sabe que en los tiempos que corren la estupidez abunda más que el aire. Nadie está libre de decir estupideces. Lo malo es decirlas con énfasis, con convicción, como hacen algunos. Y hoy es algo tan común que hasta mi indignación ante estupideces clamorosas de nuestros políticos y gobernantes me empieza a parecer un signo sospechoso, tal vez otra manifestación más de la idiotez humana.
Qué Dios nos libre. Aunque Goethe sostuviera que, contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano.
Manuel
Bellido
4. Realiza un comentario del siguiente texto argumentativo:
CORRER
DESCALZO
He
sido corredor toda mi vida y he corrido con zapatillas casi todo ese tiempo
pero como resultado de esta investigación pensé que debería probar a correr
descalzo y debo decir que realmente lo he disfrutado y que ha sido muy
divertido.
Los
humanos han corrido como poco durante dos millones de años y durante la mayor
parte de ese tiempo lo han hecho descalzos y la zapatilla moderna para correr
se inventó a mediados de los años 70. Ahora
tenemos la idea de que para correr necesitamos un par de zapatillas, es una
afirmación muy común. Pero de hecho no es verdad, en realidadpara correr no necesitas zapatillas
sino pies.
Probablemente
haya dos etapas en la evolución del pie: inicialmente el pie evolucionó para
caminar y también para escalar arboles pero en algún punto de la evolución
humana, pensamos que hace unos dos millones de años aproximadamente, hubo un
gran cambio medioambiental en África en el cual las zonas boscosas
desparecieron y dieron lugar a las sabanas. Y en ese punto nuevas comidas
empezaron a aparecer y una de ellas evidentemente fue la carne de los antílopes
de las praderas. Así que para
poder cazar el hombre empezó a evolucionar hasta conseguir correr.
Y en lo que somos buenos es en correr a velocidades que haga a los animales
galopar y si lo haces bajo el calor durante un periodo largo de tiempo eso hará
que ese animal se sobrecaliente puesto que los cuadrúpedos no pueden galopar y
transpirar (bajar la temperatura corporal) a la vez. Así que imagina que vas
tras a una gacela, un kudu o algún otro animal, si puedes perseguirlo y hacerlo
galopar entre diez y quince minutos ya tienes comida.
Queríamos
saber cómo corría la gente sin zapatillas antes de que ésta fuera inventada
porque la gente ha estado corriendo durante millones de años y en realidad no
sabíamos mucho de cómo corre un corredor descalzo y cómo de bien pueden hacerlo.
Así que empezamos a traer al laboratorio a corredores que habitualmente lo
hacen descalzos para ver como usaban su cuerpo y sus pies.
Lo
que descubrimos fue que los
corredores descalzos corren de manera bastante diferente que el típico corredor
calzado. La zapatilla tiene un gran tacón diseñado
para sentirse muy cómodo aterrizando con el talón así que muchos corredores
descalzos impactan con el talón para luego impactar con el resto del pie.
Así
que cuando pisas
con el talón tu cuerpo hace una parada en seco, hay mucha masa
y hay un impacto, una fuerza rápida. Es lo mismo que tener a alguien
golpeándote con un martillo en el talón con
una fuerza equivalente a dos o tres veces tu peso corporal. Así
que cuando empezamos a traer corredores descalzos al laboratorio descubrimos
que no les gustaba hacer eso ya que habitualmente impactan con la parte
delantera del pie pero no de manera muy pronunciada. Suelen aterrizar en las
cabezas del cuarto y quinto metatarso y entonces bajan el talón. Y fue entonces
cuando vimos que no tenían ese gran pico de impacto propio de los corredores
calzados.
Así
que lo que hacen los corredores descalzos es pisar con la parte delantera del
pie y dejar que el talón repose después permitiendo convertir lo que de otra
manera sería una frenada en seco, una deceleración vertical de la pierna, en
energía rotacional.
[
Muchos
corredores se lesionan y suele ser en gran medida lesiones por stress
repetitivo. Una hipótesis es que el impacto
causado por pisar con el talón que genera esa gran transmisión de impacto puede
tener unas repercusiones en forma de lesión y se asocia con dolor en los
tejidos suaves del pie, con periostisis y que puede causar otros tipos de
lesión. Así que nuestra
hipótesis es que los individuos que no pisan con el talón y que evitan esos
grandes impactos aterrizando con la parte delantera del pie pueden ser menos
proclives a sufrir este tipo de lesiones.
Así
es que hemos estado estudiando corredores descalzos durante bastante tiempo:
fuimos a África y grabamos a gente que nunca había llevado zapatillas y que
corrían veinte kilómetros al día así que decidí que debería probar por
mí mismo correr descalzo. Así que el verano pasado mientras corría
simplemente decidí quitarme las zapatillas y descubrí que era increíblemente divertido
y desde entonces empecé a correr descalzo de manera frecuente y debo decir que
me encanta y se siente genial. Dejé de pisar con el talón y ahora piso con la
parte delantera. Es genial.
5.
Realiza el comentario del siguiente texto literario, según el guion de comentario
de texto literario que tenéis del curso pasado:
"En
efecto, su tez blanca tenía los reflejos del estuco. En los pómulos, un tanto
avanzados, bastante para dar energía y expresión característica al rostro, sin
afearlo, había un ligero encarnado que a veces tiraba al color del alzacuello y
de las medias. No era pintura, ni el color de la salud, ni pregonero del
alcohol; era el rojo que brota en las mejillas al calor de palabras de amor o
de vergüenza que se pronuncian cerca de ellas, palabras que parecen imanes que
atraen el hierro de la sangre. Esta especie de congestión también la causa el
orgasmo de pensamientos del mismo estilo: En los ojos del Magistral, verdes,
con pintas que parecían polvo de rapé, lo más notable era la suavidad de
liquen; pero en ocasiones, de en medio de aquella crasitud pegajosa salía un
resplandor punzante, que era una sorpresa desagradable, como una aguja en una
almohada de plumas. Aquella mirada la resistían pocos; a unos les daba miedo, a
otros, asco; pero cuando algún audaz la sufría, el Magistral la humillaba
cubriéndola con el telón carnoso de unos párpados anchos, gruesos,
insignificantes, como es siempre la carne informe. La nariz larga, recta, sin
corrección ni dignidad, también era sobrada de carne hacia el extremo y se
inclinaban como árbol bajo el peso de excesivo fruto. Aquella nariz era la obra
muerta en aquel rostro todo expresión, aunque estricto en griego, porque no era
fácil leer y traducir lo que el Magistral sentía y pensaba. Los labios, largos
y delgados, finos, pálidos, parecían obligados a vivir comprimidos por la
barba, que tendía a subir, amenazando para la vejez, aún lejana, entablar
relaciones con la punta de la nariz claudicante. Por entonces no daba al rostro
este defecto apariencia de vejez, sino expresión de prudencia de la que toca en
cobarde hipocresía y anuncia frío y calculador egoísmo. Podía asegurarse que
aquellos labios guardaban como un tesoro la mejor palabra, la que jamás se
pronuncia.
(...)
En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego... "
(...)
En la provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas partes montes de los que se pierden entre nubes; pues a los más arduos y elevados ascendía el Magistral, dejando atrás al más robusto andarín, al más experto montañés. Cuanto más subía más ansiaba subir; en vez de fatiga sentía fiebre que les daba vigor de acero a las piernas y aliento de fragua a los pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para De Pas. Ver muchas leguas de tierra, columbrar el mar lejano, contemplar a sus pies los pueblos como si fueran juguetes, imaginarse a los hombres como infusorios, ver pasar un águila o un milano, según los parajes, debajo de sus ojos, enseñándole el dorso dorado por el sol, mirar las nubes desde arriba, eran intensos placeres de su espíritu altanero que De Pas se procuraba siempre que podía. Entonces sí que en sus mejillas había fuego... "